martes, 13 de octubre de 2015


   
       
Los atentados criminales en las escuelas de EE.UU

Estos hechos que continuamente se repiten a lo largo del tiempo, no encuentra hasta ahora una explicación, y por tanto una solución. Al parecer el gobierno Estadounidense minimiza estos hechos terribles y da una imagen de resignación ante lo inevitable.

Mas allá de las políticas a tomar o de los grupos de poder que manejan el tema del armamento en ese País, me centraré en que es lo que pasa en el corazón, en el alma de una persona para tomar un revólver y dirigirlo contra su prójimo y matar.

Para que la persona haga esto, primero ha tenido que haber un proceso de planificación muy detallada y maquiavélica, por lo que es un sujeto con un alto grado de psicopatía,  no se habla aquí de una enfermedad como la esquizofrenia u otro transtorno mental, o la falta de control de impulsos, ya que existe un  frío calculo de su crimen.

Pero que sentimientos embargan al sujeto criminal;  se puede hablar de un odio intenso e infinito contra el mundo, contra la vida, y todo lo bueno; pero psicoanalíticamente hablando, no hay una sola emoción, siempre la complejidad humana tiene sus matices, siempre existen más de una emoción o razón, al menos dos. Se puede hablar de un odio terrible e irracional (por fuera), pero que hay detrás, que se esconde detrás, todo odio esconde un profundo y terrible miedo, miedo al mundo que lo puede atacar, miedo al otro, miedo de ser criticado, herido, vilipendiado, ofendido, y es de la misma profundidad e intensidad que el odio; como no puede tolerar ese cúmulo de emociones que en el criminal son tan intensas y siente que se muere; probablemente como sintió en su más remota infancia, tiene que acabar con el objeto de sus odios, que en este caso es el otro. No se da cuenta que  su odio viene de adentro de su propia alma, él lo coloca fuera de si, por tanto, tiene que matarlo, aniquilarlo, eliminarlo y lo mata sin piedad.